Elaboración
El largo proceso de la elaboración de la makila comienza en primavera, cuando me desplazo a los más frondosos y profundos bosques donde crecen las tan apreciadas y escasas varas de níspero, al amparo de la sombra que da la espesa vegetación. Una vez allí y ayudado por unas cuchillas, hago unas incisiones en la corteza de la vara con la forma de diferentes relieves artísticos que, más adelante, adornarán la madera.
Más tarde, en invierno, cuando la luna sea propicia y el árbol se haya “dormido” corto la vara marcada en primavera y, después, la pongo al fuego para descortezarla y enderezarla. Será entonces cuando las incisiones hechas en el bosque aparezcan en forma de bonitos relieves ondulados que caracterizarán la makila. El color y el brillo nos lo dará ella misma, fruto de mis conocimientos heredados de mis ancestros y de los años de espera del proceso de secado. Finalmente, comienzo con el montaje de las diversas partes.